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miércoles, 4 de enero de 2012

En Tayikistán también hay intolerancia religiosa

A nadie se le ocurriría matar a otra persona porque se disfrace de Papá Noel, ¿cierto?

Pueees, si se trata de mahometanos (o cualquier lunático que crea en algún tipo de dios), claro que se les puede ocurrir.

En Tayikistán, un joven se encontró con ese trágico destino, cuando se disfrazó de Ded Moroz, la versión rusa de Papá Noel:

lunes, 19 de diciembre de 2011

Anticipo del amor de Tim Minchin a la Navidad

No, -infortunadamente- no trabajo para el New Statesman. Sin embargo su edición de Navidad de este año parece de lujo.

No sólo está la entrevista de Richard Dawkins a Christopher Hitchens (de la que ya leímos algunos anticipos), ni la editorial del mismo Dawkins dirigida a David Cameron, sino que también contará con una entrevista a Tim Minchin sobre su amor a la Navidad. Este es el anticipo:

sábado, 8 de octubre de 2011

El espejismo de Papá Noel

Alguna vez discutiendo con mi primo budista él me dijo que la religión valía la pena ser mantenida porque conseguía que las personas se comportaran bien.

Esa defensa de la existencia de la religión que esgrimen muchos, no sólo mi primo, resulta ofensiva para con las personas. Es una propuesta del tipo "las personas no se pueden comportar bien si no son engañadas con la existencia de un Gran Hermano que vigila hasta sus más recónditos y oscuros pensamientos". Es la semilla del terrorismo -que las personas actúan por miedo y no por el convencimiento de que estén haciendo el bien-, o como lo llama Greta Christina, el espejismo de Papá Noel:

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Papá Noel vs. dios

Al empezar a leer que el Arzobispo argentino Fabriciano Sigampa quiere que los niños dejen de creer en Papá Noel, me alegré.

Sin embargo, creo que me emocioné antes de tiempo, pues debí haber sabido por dónde iba el agua al molino.

Por supuesto, que dios no es el único amigo imaginario que me cae mal. Papá Noel también. Tienen sus parecidos, como por ejemplo la discriminación. Papá Noel prefiere a los niños ricos y siempre les da más y mejores regalos.

A su vez, dios tiene su escala de preferencias: saber cuáles son depende de sus creyentes y elegidos. Aquellos desagradecidos que nos descarrilamos y le jodimos el Plan Divino, haciendo uso de nuestro pecaminoso libre albedrío, seremos enviados por el amoroso dios a vivir y sufrir y quemarnos y ser torturados y ahogarnos y asfixiarnos y llorar y gritar a alguno de los siete círculos del Infierno administrado por su archienemigo, el diablo, quien curiosamente le hace el favor de castigarle a los rebeldes (?). Los hombres también son preferidos por encima de las mujeres. Y los curas pederastas por encima de los niños, quienes no hacen más que provocar.

Pero dios y Papá Noel también tienen sus diferencias. Papá Noel no promueve la irresponsabilidad, en cambio las doctrinas abrahánicas, sí: ¿que hiciste algo mal? Confiésate y tus pecados serán perdonados. ¿Que hiciste, tú, con tu propio sudor y por tu propio mérito, algo bien? Da gracias a dios. ¿Que le viste la planta del pie a una mujer? Puedes violarla y será su culpa por no taparse bien. ¿Que cometiste una nimiedad de delito como estrellar un avión contra un edificio? No te preocupes: no puedes ser juzgado, pues estás muy ocupado en el paraíso violando 72 vírgenes.

Además, en honor a la verdad, hay que recordar que la imposición cultural es injusta con Papá Noel a quien se recuerda una vez cada doce meses, mientras que a dios, en el mejor de los casos es una vez cada siete días.

Por si fuera poco, no existe ni siquiera la necesidad de Separación entre los Iglúes y el Estado, pues no existen grupos de presión para condenar a quienes no le rindan homenaje a Rodolfo, el Reno de la Nariz Roja.

Y tampoco ha existido la Inquisición por parte de los seguidores de la Familia Noel ni nos hemos enterado de que hayan arreglado matrimonios entre niñas impúberes y viejos (al mejor estilo Mahoma - Aisha), ni que se bautice a un recién nacido (momento en que se encuentra en total estado de indefensión para oponerse a ser etiquetado dentro de una sandez del tamaño de Texas a la cual nunca pidió ser adherido) ni hemos tenido noticias de que Papá Noel haya abusado de los duendes que le ayudan y mucho menos haya sistematizado el encubrimiento de un delito de esas proporciones.

Así que es básicamente por esas razones que encuentro ridículas las palabras de Sigampa que acompañan su deseo de que los niños dejen de creer en Papá Noel:
"Seguramente en los próximos días lloverán propagandas cuando se inaugure esa construcción de una casa donde habita un señor gordo vestido de rojo. Y por eso no debemos confundirnos, no debemos confundir la Navidad con eso", dijo en una homilía que publica el diario Clarín, el de mayor tirada de Argentina.

Además, se mostró partidario de que los niños "sepan que verdaderamente el regalo (que reciben) lo hacen los padres con esfuerzo y la ayuda de Jesús".

¿O sea que él prefiere que le agradezcan a un zombie judío cósmico que puede hacer que vivan eternamente si simbólicamente se comen su carne y telepáticamente le dicen que lo aceptan como maestro, ya que él puede eliminar una fuerza malvada de su alma que está presente en la humanidad porque una mujer-costilla fue convencida por una serpiente parlante para comer el fruto de un árbol mágico antes que en un viejito amable que les trae regalos en un trineo volador y que no los amenaza con el fuego eterno?

Pues ambos me caerán mal, pero elijo a Papá Noel como el mal menor. Sin embargo hay algo que comparto de lo que dice el Arzobispo:

"Las cosas están cambiando y los chicos tienen un concepto erróneo", se lamentó Sigampa al indicar que un niño le dijo que la Navidad es la llegada de Papá Noel, sin decir "nada acerca del niño Jesús".

Yo también considero que hay que enseñar a los niños acerca del amigo imaginario violador de palestinas. De no haber pasado eso, y como producto su niño Jesús, nos habríamos ahorrado las Cruzadas, la Inquisición, el antisemitismo, la intolerancia religiosa, el concubinato y contubernio entre Iglesia y Estados, y un largo etcétera que se resume prácticamente en el reinado de la superstición en Occidente.

Mantener a los niños en la ignorancia es condenarlos a que cometan los mismos errores.